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Lección 7 - EVANGELISMO PARTE 2

Fundamentación Bíblica: Juan 4:1-12
Texto Clave:
“Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”. 2 Timoteo 4:2

A. DESARROLLANDO HABILIDADES PARA EVANGELIZAR

Jesús y la Samaritana. Juan 4:1-42

En aquella época, las riñas y resentimientos que existían entre judíos y samaritanos eran muy fuertes. Los judíos veían a los samaritanos como impuros, por la mezcla que estos habían tenido con los babilónicos; razón por la cual, ni siquiera se acercaban a darles el saludo, ni pasaban por sus ciudades. El señor Jesucristo lo hizo porque Él vino a derribar la pared de separación, y a hacer de ambos pueblos uno solo. También vino a buscar y a salvar lo que había perdido.

1. Rompió el hielo (vs. 7). <<Dame de beber>> Jesús uso una frase que se convirtió en la llave para establecer un dialogo con esta mujer.  
La mujer respondió: “Lo que estás haciendo no es correcto porque entre nosotros no nos tratamos”.

2. Despertó su curiosidad (vs. 10). Le habló de un regalo que Dios tenía para ella (don de Dios). Pero para conseguirlo, debería primero saciar la sed de Jesús, entonces sí, Dios saciaría la sed de ella.
Respuesta de la mujer: “Eso que me dices no tiene lógica”

3. Le creó la necesidad (vs 14). El que tiene esa agua ha solucionado sus problemas para siempre.
Respuesta de la mujer: “Lo quiero”. Jesús la llevó a un punto donde la mujer deseaba ya su salvación.

4. Aprovechó la oportunidad para salvar a su familia (vs. 16). La mujer trata de encubrir su situación, pero Jesús le da una palabra de conocimiento que definitivamente la convence.
Respuesta: Trata de desviarlo del tema.

5. La guió a la verdadera adoración (vs. 24). Jesús se le revela como Dios. “Yo soy” (Exodo 3:14).
Como resultado de esta conversación, la mujer se siente redargüida, deja su cántaro, que representa la vida antigua y gana toda esa ciudad para Cristo.

Es necesario hablar a tiempo y fuera de tiempo, como lo hizo Jesús, aprovechando cada oportunidad que Dios nos brinda para compartir a las personas del amor de Cristo.

B. EVANGELIZANDO CON PODER

Nuestras relaciones hacia afuera no tienen que ser sólo proyectos esporádicos o programas de evangelización para alcanzar a las personas. Estamos llamados a tener un estilo de vida de misión, de evangelización y de servicio. Jesús habló de este imperativo misionero a sus discípulos cuando les dijo: “Para esto he venido” (Marcos 1:38). Les habló de enviar a sus seguidores como el Padre lo había enviado a él (Juan 20:21), los comisionó como hacedores de discípulos (Mateo 28:19), y se refirió a ellos como sus testigos en esferas cada vez más amplias, hasta que su mensaje llegara hasta lo último de la tierra (Hechos 1:8). Cada vez que Jesús se dirigía a sus discípulos, les mencionaba la misión que tenían.

7 Principios para descubrir una persona sensible al evangelio  

Hay cinco cosas que debemos recordar siempre al momento de evangelizar.

El tiempo. Antes de enviar a sus discípulos, Jesús los exhortó diciéndoles que hay tiempos y lugares específicos en los que la cosecha está madura (Juan 4: 34-38), y une este discernimiento con una observación: alzad vuestros ojos. No todos los segmentos de la sociedad, o de las subculturas, o de las personas están preparadas y abiertas al Evangelio. En algunos contextos necesitamos sembrar, mientras que en otros debemos estar preparados para cosechar. Parte de nuestra tarea misionera es lograr que la perspectiva de Dios nos muestre dónde hay receptividad espiritual. De allí la importancia de tener una excelente relación con Dios.

El equipo. Ganar almas es un trabajo de equipo. Este trabajo incluye la intercesión de la iglesia, la disposición de los lideres, la dirección del Espíritu Santo y la manera como influenciamos sobre los nuevos. De igual manera debemos hablar de un equipo (personas) que se encargara de impartir el evangelio. Este principio puede verse en el ministerio de Pablo. Él se refiere constantemente a sus compañeros de equipo – Bernabé, Silas, Timoteo, Tito. Hay promesa de la presencia de Jesús donde estén reunidos dos o tres (Mateo 18:20).

• El objetivo. Jesús fue muy estratégico en su evangelización. Sabía que no podía estar en todas partes simultáneamente, ni tampoco sus discípulos. Él concentró su trabajo en las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mateo 10:6) y alertó  a sus discípulos que no perdieran tiempo con aquellos que no estaban preparados para recibir su mensaje (Lucas 9:5; 10:4). Al hacer trabajo misionero y de evangelización, debemos buscar a las personas que estén dispuestas a recibirnos a nosotros y a nuestro mensaje. Debemos concentrarnos en esas personas receptivas del evangelio, y no forzar el dialogo o el trato si estos no fluyen con naturalidad.

La Tarea. El encargo que tiene el discípulo es compartir las Buena  Nuevas  del reino con la persona receptiva del evangelio, en todo momento y donde quiera que esta persona se encuentre, ¿Cómo podemos identificar una persona receptiva del evangelio? De acuerdo con las  instrucciones dadas por Jesús a sus discípulos en Mateo 10 y Lucas 10, la persona receptiva del evangelio:

a. Le recibirá. Si no lo hace, usted debe “sacudirse el polvo de sus pies” al abandonar su casa (Mateo 10:14).
b. Le escuchará. Quienes lo escuchan a usted, están escuchando a Jesús (Lucas 10:16).
c. Le servirá o ayudará. Debemos permitir que una persona receptiva del evangelio nos sirva (Mateo 10:10).
Jesús dijo simplemente que buscáramos a las personas que quieran escucharnos.  

Las dificultades. Si el maestro no es recibido, dijo Jesús, tampoco los discípulos deben esperar una cálida bienvenida. Al salir al mundo a proclamar el evangelio del reino, debemos esperar dificultades en nuestra vida. Habrá muchos que todavía no estarán listos para escuchar el mensaje, y reaccionarán fuertemente contra lo que ellos perciben como intolerancia o falta de sensibilidad de parte suya. No se trata de “si” sino de “cuando” sucederá esto.

Miremos ahora los siete principios.

1. Presencia: Jesús está donde usted está
La evangelización presencial se produce cuando usted está presente en una situación o con una persona o grupo. Donde usted este habrá una oportunidad para modelar a Jesús, actuando como Él actuaría, y hablando como el hablaría. Al mostrar usted generosidad y expresar palabras de aliento, la persona receptiva al evangelio se hará evidente.

2. Relaciones Fugaces: La carrera corta.
Las personas con las que nos encontramos una o dos veces, son las que llamaríamos relaciones fugaces. El dependiente de la estación de gasolina. Un extraño de pie en una fila en el banco. La persona junto a la cual nos sentamos casualmente en un bus. Lo más probable, es que no las vamos a conducir a Cristo en nuestro breve encuentro. Pero sí podemos ser utilizados para acercarlas a ese punto. Pablo dijo que algunos plantan, que otros riegan, y que Dios da la cosecha (1 Corintios 3:6). En una relación fugaz, usted puede ser llamado a plantar una semilla o a regar lo que ha sido plantado. El hecho de que usted no vea el resultado final, no significa que usted no sea una parte vial del proceso.

3. Relaciones Permanentes: El maratón.   
Las relaciones permanentes son las que usted tiene con su familia y sus amigos más cercanos. Si una relación fugaz es como una carrera corta, las relaciones permanentes son un maratón. Usted está a menudo con estas personas, y por períodos prolongados. Es importante que no las presione con el mensaje del Evangelio si la persona no está preparada todavía. Es posible que tenga que esperar un largo tiempo antes de que ese individuo sea una persona receptiva al evangelio, pero hasta ese momento su  corazón no está preparado para escucharle. Da la impresión de que el compartir nuestra fe con aquellos que están más cerca de nosotros, es una tarea de lo más difícil, lo que quizás se deba en parte a  nuestra impaciencia. Estamos tan deseosos de que vivan la increíble vida del reino que nosotros experimentamos, que nos apresuramos antes de que Dios los haya preparados para que nos oigan. Ore, espere y observe. Dios nunca tiene prisa, y nunca se retrasa.

4. Proclamación como  identidad.
A la mayoría de los pastores les encanta predicar el Evangelio a los no creyentes. Las bodas y los funerales con dos reuniones de no creyentes con quienes podemos compartir un mensaje de salvación. Esto es magnífico, con tal de que entendamos que no vamos a convencer a los que todavía no están preparados para recibir salvación. No es así como funciona. Nuestra predicación debe utilizarse para descubrir a las que son personas receptivas al evangelio, para relacionarnos después con ellas, o para vincularlas a otros que pueden acompañarlas en las primeras etapas del discipulado. Esto es lo que verdad es la evangelización: invitar a una persona a andar en el sendero de la fe, no simplemente a que haga una oración de arrepentimiento.

5. Preparación.  
La preparación se asemeja al cultivo del terreno y a la siembra de la semilla con antelación a la cosecha. Muchas veces nuestras palabras serán una rotación del terreno de una persona. Otra persona vendrá, y al discernir que hay una oportunidad con una persona, rotará el terreno una vez más. La semana siguiente, el terreno es rotado una vez más y riegan la semilla. Ninguno de estos trabajadores individuales ven lo que otros han hecho, y quizás ninguno estará allí para ver la cosecha. Pero han participado en la creación de un discípulo.

6. Poder: La administración reverente como evangelización.
Jesús utilizó con frecuencia demostraciones del poder de Dios para identificar a la persona receptiva al evangelio. El orar por los enfermos y el ver una curación milagrosa, muchas veces revelará a una persona receptiva, se trate de la persona por quien se ha orado, o simplemente  de la que ha estado observando. Nuestro Dios es, en verdad, un Dios admirable. Él hará cosas para crear una admiración reverente en aquellos que todavía no han rendido sus corazones a él. Nosotros no somos quienes creamos estos milagros, ni tampoco podemos encajonar a Dios y manipularlo para que se produzcan milagros. Lo único que podemos hacer es estar preparados para cuando ellos sucedan.

7. Percepción: Sentir la temperatura.  
La percepción es lo que Peter Wagner ha llamado “probar el terreno”. Necesitamos ser espiritualmente perceptivos a las situaciones y a las circunstancias, como también a las personas, para poder reconocer a la persona receptiva al evangelio. 








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